Me da igual la poesía, realmente. Si riman mis letras es por inercia,
ni lo pienso, ni lo pretendo, ni lo busco.
Lo único que necesito es ritmo. Silencios.
Ritmo.
Ruido.
Ritmo...
Que vayas y que vengas para que tu onda se acople a la mía.
Ese golpear de tu mundo y el mío.
Esa colisión.
Y entonces...
Entonces no puedes decirme que no existe poesía.
Porque la poesía no son rimas ni versos, y lo sabes.
Las sombras que dibujan nuestros cuerpos, son poesía.
La humedad que desprende la piel ardiendo. El sueño.
Incluso este invierno,
es poesía.