Te vienes y te vas, como cantó el poeta. Huracanado, tormentoso, brillante en el desatino.
Me endulzaste tres noches, poniendo ojos golosos y boca de león hambriento y luego te volviste aurora sin luces, sin sentido u opción.
Primero la bofetada y luego el beso, como a la Ava Gardner dio su Luis Miguel.
No me interesa la cara oculta de la luna.
Lástima, desafinaste de golpe y se perdió un acorde. Así que nunca conoceré a que sabría ese beso.
Porque soy fiera, cierto, pero jamás vuelvo la mejilla, ni doy opción después al verso y al beso.
¡Qué hay muchos más juglares para perderme oyéndote cantar pesares!