13 de noviembre de 2011

Si puedes.


Yo no olvido las explicaciones. Pero no es fácil darlas. Así que comprende ahora que mi voz no suene con el timbre que acostumbra.

Trato de que puedas entender algo que nunca formé con palabras, algo que a duras penas dejé que confirmara mi mente.

Claro que lo entendí todo, y que escuché cada sonido de tu boca. No dejé ni un suspiro sin registrar.

Hablo y sonrío. Te miro y hablo perdiéndote por el camino, ¿ Cómo te lo explico?

Sinceramente prefiero que ni me entiendas. Y sé que es un sinsentido. Pero por favor te lo pido. Escucha y luego, eres libre de olvidarlo. Si quieres. Si puedes.


5 comentarios:

  1. Va, te escucho. Bueno, haré como que te escucho mientras pienso en la corbata de Campo Vidal.

    Escupe todo.

    Y mándame tu oro. Eso te hará sentirte mejor.

    ResponderEliminar
  2. Te escucho aunque no estés, la ausencia agudiza mis sentidos; pero no me mires a los ojos cuando me hables, ya sabes que me pierdo en cualquier recodo de tus labios.

    ResponderEliminar
  3. En agradecimiento seré breve Larisa.

    Del oro si eso ya hablamos otro día.

    Besos

    (PD: De un tiempo a esta parte me siento tan asquerosamente bien, que no me apetece ni escribir mis miserias cotidianas.)

    ResponderEliminar
  4. Che, me encanta hacer que te pierdas.

    ResponderEliminar
  5. ¿No deje un comentario aquí?

    Decía algo así como que las explicaciones que no van a ser entendidas son inútiles.

    Y que me encanta que me hagan perderme. Es más, suelo dejarme.

    También decía que me encanta la mujer grande de la imagen.

    ResponderEliminar