29 de noviembre de 2010

Al Averno, de ida y vuelta.



 Para viajar al Averno no tienes que llevar las maletas. Puedes dejar los parásitos en casa porque todos sabemos que no soportan bien el hervor.

 Mucha gente anda por ahí a medio cocer, por miedo a perderlos. Los puedes distinguir porque les va crudo por la vida, al final es peor el remedio.

 El ardor llega hasta la más remota de las partículas, desescamando los huecos de tus sueños.
Nadie, ni si quiera la lluvia tiene unas manos tan pequeñas.
 Cuando regresas de dar un paseo por el averno no eres tú sino la sombra que te acompaña la que se viste de ti misma para ocuparse de tus horas.

3 comentarios:

  1. Genial, como siempre.
    A veces es necesario ser la sombra de ti misma para volver a tomar conciencia de quién eres y de lo que quieres.

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  2. A no ser que seas Perséfone y a tu paso, tras dejar atrás a Hades, todo se vuelva primavera...

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